
06 Dic Volar o no volar, la duda que nunca tuvo el abejorro
Según los expertos en aeronáutica, el abejorro no puede volar. Por su peso, masa y por el tamaño de sus alas, es fisicamente imposible que el abejorro “pueda volar”.
A pesar de sus condiciones adversas, el abejorro vuela. “Porque el abejorro no sabe que no puede volar, y por eso, sigue volando”, afirmación muy popularizada hoy día para empoderar.
Es el mito del abejorro. Y realmente complicó la vida a la ciencia durante el siglo XX. ¿Puede realmente volar? ¿Qué pasa con el abejorro? Por lo visto, la «verdad de verdad», está a medio camino entre realidad, ciencia y ficción.
Entonces ¿cómo vuela el abejorro? Es una larga historia, un dilatado diálogo entre físicos, biólogos, aeronáuticos y zoologos. Si te interesa el “desmontar el mito”, ? este artículo me ha gustado.
Imagino una reunion secreta de científicos contrariados, sintiendo sus leyes amenazadas por el inexplicable vuelo de un insecto. Mejor dicho, el abejorro sin saberlo amenazaba un puñado de leyes de la física, las mathematicas modernas… Más de 70 años duró el misterio del vuelo del abejorro. Modelos a gran escala, diseños por ordenador, robots imitando el abejorro en sus proporciones… no consiguieron desvelar el misterio.
¿Qué podemos aprender de esto?
Como yo lo veo, la naturaleza no comete errores. El abejorro es importante para la polinización y para ello necesita volar. Entonces, el abejorro vuela, porque sí está diseñado para hacerlo, aunque requiera mayor esfuerzo que la libélula.
El instinto lo sabe, así que el abejorro nunca dudó de su capacidad, ni le invadió la duda “volar o no volar, ésa es la cuestión”. Ergo, nos comemos la olla non-stop y eso limita lo que podríamos llegar a hacer.
Además, ni sus padres, ni profesores ni ningun animal le limitó sus posibilidades y el abejorro hizo lo que hace la naturaleza: ¡Ser!
Aprendió a volar con las alas que tenía, y con su masa y peso. Probablemente tuvo que agitar sus alas con más fuerza que en el primer intento, sin rendirse al ver que no lo conseguía.
Nunca ae sintió frustrado, porque no se comparó con otros insectos voladores más gráciles y ligeros.
El abejorro voló sin pensar en sus proporciones adversas, ni que las leyes de la fisica decían que no podría volar. Así que el abejorrolo dio lo mejor de si mismo y… et voilà, el abejorro voló.
Y para mensaje de fondo: no importa lo que digan los expertos, uno debe hacer lo que sabe hacer, y ser quien es, sin darle tanta importancia a las opiniones adversas o los rechazos. El abejorro «no sabe» (obviamente su autoconsciencia es mínima) que su configuración natural es imperfecta para volar y eso lo lleva a ir más allá de sus límites aparentes, demostrando que sí es posible elevarse en el aire.
Ya sabes esa gran frase de Jean Cocteau “lo consiguió porque no sabía que era imposible”, así que … a volaaaar! ?
