
16 Nov Hablando de ella con Jota…
Hablando de ella con mi amigo Jota. Me cuenta acerca de ese misterioso estado, ese concepto amorfo e intangible que ronronea con nosotros en alguna ocasión… acomodándose en algún familiar, amigo o compañero de trabajo… esa presencia silenciosa que va enamorándose de ti, de tus defectos, de tus miedos y tus anhelos… construyendo un mundo espeso, lánguido y frío, donde casi todo pierde sentido y casi nada tiene su lugar.
Hablamos de la depresión. Bueno, habla él, yo le escucho.
Caprichosa, ella, a veces se agarra desde lo más profundo, floreciendo hacia fuera como un árbol llena sus ramas de color a tiempo; otras, te abraza por sorpresa, besando tu cuello desde atrás; rodeándote con sus excusas, penetra hasta la capa más profunda de tu existir. Siempre es una historia de amor, simbiosis en estado puro. Un amor furtivo, secreto, silencioso que en la dependencia se fortalece y te arranca de la única realidad válida: aquí y ahora, para llevarte a un lugar donde, sencillamente, las cosas importantes dejan de parecerlo.
Entre respiro y suspiro, un día te preguntas «¿por qué nadie me había avisado que esto podía pasarme?«. Retórica. Sabes que esta sociedad nuestra, no nos prepara para el profundo sentir. Solo nos ocupamos de las capas superficiales -las otras no son rentables-. Eso sí, el éxito, la belleza, la felicidad, la juventud, el sexo y otra vez el éxito; nos preparamos para esperar que todo eso y mucho más llegará si haces lo correcto, si sigues tu camino y cumples con lo que se espera de ti. Porque tú lo vales, porque sí o porque no. Por el destino, karma, bendición divina o por arte de magia. Pero ¿qué pasa cuando no pasa?
Jota se lamenta de la vulnerabilidad de la certidumbre. De lo efímero del momento. De lo frágil de las emociones en el mundo actual. De lo peligroso que resulta depender de lo que sucede ahí fuera, mejor dicho, de lo peligroso que resulta que tu felicidad dependa de que las cosas vayan como esperabas… Anhelos. Qué trampa, sustentada por la sociedad de los sueños!
«Yo no lo sabía. Pero un día me di cuenta que mi vida tenía poco que ver con un dibujo que hice en el colegio cuando tenía unos ocho años«. Jota me pregunta si hay algún elemento en común: una melena larga. ¿cierto apego a esa idea? Tiene sentido.
Y entonces me recordó una virtud. Mejor dicho, una reflexión:
Lo contrario de la depresión no es la felicidad. Es la resilencia.
Y besándome en la frente, se marcha caminando a ese ritmo asimétrico tan gracioso, como hace siempre. Yo sonrío.