Entre Halloween y Christmas solamente hay 1 día: hoy!

He ido a comprar el pan de cada día a «mi panadería», es una de esas panaderías de toda la vida, en la zona antigua de mi barrio -que adoro-. Conviven, de un lado el naranja y negro de la decoración de Halloween con los panellets, y de otro lado el dorado de una incipiente decoración navideña recién instalada. Al verlo no puedo evitar decir «¡Qué estrésss!» y la señora del horno, acompañada de una invitadora bandeja de mini-croissants de chocolate que atraen todo mi interés, me dice tan alegre como cada día «si el corte inglés tiene las dos decoraciones, pues nosotros también!»

Y es que, por mucho que uno le ponga empeño y ganas al asunto de «vivir en el hoy«, evitando ese peso acumulado por exceso de pasado y los anhelos de un futuro inexistente… por mucho que uno invierta un puñado de valiosos minutos en sesiones diarias de meditación e introspección -los minutos más rentables de mis 1440 minutos irrepetibles cada día-, por mucho que resuene esa voz interior, como un mantra de repetición del Dalai Lama.

       «Solo existen dos días en el mundo que no se puede hacer nada: ayer y mañana.                  Por lo tanto, hoy es el día para creer, amar y, sobre todo, vivir»

…a pesar de esas pequeñas prácticas llenas de voluntad, entrega y dedicación, a pesar de esa extraña certeza interior que habita en uno mismo, hoy día se hace realmente complicado mantenerse ahí, no rendirse a las garras de este momento social que estamos viviendo -que conste que no estoy echando la culpa al gobierno, ni a los políticos ni a los lobbys, ni a las grandes corporaciones comerciales; estoy compartiendo una reflexión interior contigo desde la sencillez y el corazón-.

Me temo que cuanto más tiempo pasa, más naïf me observo. Sigo cumpliendo años y continúo sin entender tanta prisa… prisa por que los niños dejen el chupete, que aprendan a leer rápido y pronto, caminar, dejar el pañal… los estudios, los libros, ¡nos han enseñado a leer en diagonal, incluso en vertical! y yo aquí «perdiendo» mi tiempo leyendo varias veces esa frase del libro que sea, y cada vez le encuentro matices diferentes… pero ahora todo es más rápido, el trabajo, los clientes, los power point, todo tiene que ser «para ayer». No permitimos las pausas, las eliminamos. En realidad, ya no las soportamos.

¿Sabes que´? que no. No es así: Es una ilusión. Nada es para ayer. Esas prisas que nos roban la vida! Observo desde aquí y me parece que estamos dejando el bolso abierto a merced de quien quiera meter la mano y llevarse lo que pille…

Solo hacemos que correr encima de la vida, de puntillas, sin sentir el césped húmedo bajo nuestros pies, ni la arena caliente, sin darnos cuenta, nuestros hijos son más grandes que nosotros…  y así, corremos hasta los últimos años de nuestra experiencia vital y nos invade el ralentí, ponemos más fuerza de la que tenemos en desacelerar, apretando los ojos deseando pararlo todo…

Se me ocurre que quizá sería buena idea ponerlo en práctica un poco antes ¿no te parece?

Gracias.