Aburriéndose, en gerundio creativo

Tolstói decía que «aburrirse es desear desear».

Y mi madre decía “está prohibido aburrirse”, yo no lo entendía, a mi me parecía muy inspiradora la sensación veraniega de aburrirse…. Fíjate, luego de lo que me enteré!

Resulta que un niño no se sepa aburrir suele ser síntoma de que está sobrestimulado.

No olvidemos que el aburrimiento es el preámbulo del asombro. Si les dejamos aburrirse, empezarán a buscarse la vida, a ser creativos y a poner en marcha sus funciones ejecutivas (planificación, atención, memoria de trabajo, etc.) a través del juego libre.

La hiperactividad y la hiperestimulación son los grandes signos de nuestro tiempo, y ellas traen consigo una carga negativa para cualquier atisbo de aburrimiento. Sin embargo, no tener nada que hacer puede ser tan sano como necesario.

Sentimos pánico cuando no tenemos nada para hacer, nos asusta y nos da miedo aburrirnos. Pero es un error verlo como un sentimiento negativo, porque en realidad el aburrimiento tiene muchos beneficios.

El aburrimiento no es un grito de alarma que nos ha de convertir en animadores de juegos u organizadores de cumpleaños extraordinarios.

No es preciso ocupar todas sus horas. Relajémonos.

La vida ordinaria ya es de por sí bastante interesante: hay que ayudarles a redescubrir lo extraordinario de lo ordinario.

 

EL ABURRIMIENTO por Catherine L´Ecuyer