Perspectiva pensamiento critico

Pensamiento crítico: el sistema no funciona. Se ha roto. ¡Y no basta con quejarse!

Pensar para liberarse: el sistema no funciona, y no basta con saberlo

No, no es solo una sensación. El sistema ya no funciona. Se ha roto. La estructura pública ya no está al servicio de las personas, sino que las personas se han convertido en piezas dentro de una maquinaria burocrática, recaudatoria y cada vez más deshumanizada. Las leyes no protegen, los discursos no representan y las estructuras sociales parecen diseñadas para perpetuar una élite desconectada de la realidad cotidiana.

Y sin embargo, aquí seguimos.

Atrapados entre la resignación, la queja y la distracción digital. Esperando que alguien venga a arreglar lo que ya no tiene arreglo desde fuera. Mientras tanto, el algoritmo afina su puntería, alimentando nuestra polarización, reforzando nuestras creencias, anestesiando la duda y silenciando la incomodidad.

No hay salida colectiva sin despertar individual. Y eso empieza por algo radical: pensar por cuenta propia.

El pensamiento crítico como acto de resistencia

En un mundo gobernado por la sobreinformación y  la distracción constante, hacer un «stoop and go», pararse a contemplar con espíritu crítico, reflexionar es casi un acto revolucionario. Cuestionar lo establecido —lo político, lo social, lo económico, lo personal— incomoda, pero también libera.

El pensamiento crítico no es un lujo intelectual, es una derecho vital.

Nos permite discernir entre lo que nos cuentan y lo que realmente es. Entre lo que nos conviene creer y lo que necesitamos ver. Sin él, somos presas fáciles de la manipulación, del algoritmo, de la narrativa dominante y la frustración encubierta bajo mil capas de contenido digital.

Lo vemos a diario: personas atrapadas en bucles de desmotivación, frustración. “Todo está mal”, dicen.

Pero luego… nada. Porque han (hemos) interiorizado la idea de que no se puede hacer nada. Que el sistema es demasiado grande. Que lo único sensato es sobrevivir , construir un pequeño mundo a tu alrededor y rascar cachitos de dopamina. Eso también forma parte del diseño del sistema. Un sistema que ya no funciona, pero que te convence de que tú tampoco puedes funcionar fuera de él.

Una sociedad que invierte prioridades: perversión del sistema

Hubo un tiempo en que las estructuras sociales se diseñaban para proteger al ciudadano. Las leyes eran garantes de justicia. Los políticos, representantes del bien común. Los impuestos, una forma de redistribución. La educación, una herramienta de movilidad. La salud, un derecho. No soy de esas personas que dicen «cualquier tipo pasado fue mejor». En absoluto. Me encanta la música de hoy, las posibilidades. La tecnología. Me gusta -casi- todo de hoy día. Sencillamente hemos pagado un alto precio: el derecho a pensar de verdad.

Hoy, ese orden se ha invertido.
La sociedad se ha agrupado en grupos de interés, mejor dicho, de votos.
Las personas somos parte según su victimismo y carencias.
Las leyes castigan a unos y blindan a otros.
Los políticos no gobiernan, gestionan intereses.
Los impuestos se convierten en peajes para existir.
La educación ya no forma, adiestra.
La sanidad repara síntomas, pero no cuida personas para que vivan sanas.
Y pretendemos «normalizar» cosas que no deberían normalizarse.

Todo esto se normaliza porque hemos sido domesticados en una cultura del “mejor no pienses demasiado”, “no sirve de nada quejarse”, “no te metas en problemas”. Se nos ha enseñado a obedecer antes que a comprender. A sobrevivir antes que a cuestionar. A ser parte, en vez de ser auténtico.

El Algoritmo, el nuevo y perverso influyente y opinólogo

Y mientras tanto, el algoritmo piensa por nosotros. No para nosotros.
Decide qué vemos, qué opinamos, a quién escuchamos, a quién ignoramos. Vuelve a leerlo.
Nos mantiene en una endogámica burbuja ideológica perfectamente diseñada para que no tengamos que cuestionarnos. Donde todo reafirma lo que ya creemos. Reafirma nuestras «ideas», y asi una falsa seguridad y confianza.

Donde la fricción desaparece y con ella, la posibilidad de cambio. Esto, lejos de ser un efecto colateral, forma parte del sistema. Ya lo escribió Hauxley, hace 80 años, entre otros.

Si no piensas, no molestas.
Si no molestas, no cambias nada.
Si no cambias nada, todo sigue igual.

Por eso es urgente despertar.
Romper con el consumo llevado por la gula y el hambre emocional de información.
Detenerse. Hacerse preguntas incómodas. ¿Para qué trabajo? ¿A quién beneficia lo que consumo? ¿A qué sistema sostengo con mis hábitos diarios?

La acción consciente, una salida

Darse cuenta ya no es suficiente. No basta con ver el problema.
No basta con indignarse. La conciencia sin acción es solo una lucidez frustrada.

Necesitamos pasar del diagnóstico a la decisión. Y a la acción. Y no se trata de salir a las calles a quemar contenedores, eh? En absoluto. No para cambiar el mundo desde un lugar ingenuo, sino para recuperar nuestro poder personal.

Ser crítica hoy no es una postura intelectual. Es una responsabilidad ética

Porque cada vez que eliges pensar, sentir y actuar desde un lugar más consciente, estás debilitando esa estructura absurda que se sostiene con nuestra desconexión.

Se ha roto: el sistema ha caducado

Como un yogur. El sistema está en crisis. Las estructuras colapsan. Se ha roto.
Y eso, en lugar de ser un desastre o un drama, puede ser una oportunidad.

La oportunidad de salir del automatismo.
De volver a pensar. De volver a elegir.
De dejar de esperar que alguien más arregle lo que tú, desde tu conciencia, puedes empezar a transformar.

Quejarse es fácil. Tenemos demasiados altavoces en la mano, para facilitar la queja y el lamento. Pensar por uno mismo, actuar en coherencia y sostener el cambio… eso es lo verdaderamente revolucionario.

Si todavía no has leído a Zygmunt Bauman, en su pensamiento sobre la sociedad líquida y la distracción constante en la era digital, igual es el momento.

“Que lo interesante no te distraiga de lo importante.”

Hoy dia, el famoso sistema ha conseguido algo súper valioso: Nuestra Atención! Ha convertido todo en urgente y en importante.  Lo urgente, lo inmediato y lo superficial capturan nuestra atención, mientras lo esencial permanece ignorado.”

Gracias x leerlo. Y gracias por hacer uso de tu pensamiento crítico.