Aprende a mostrar-te y aprende a disimular-te

Tú te diviertes haciendo puzzles. Yo quiero salir a patinar. A él le encanta ir de shopping. Ella no quiere cocinar. Tú hermana me divierte enormemente. El no la soporta. Hay personas en cuya compañía, el tiempo vuela… y no hace falta que sean el alma de la fiesta, saltarinas y líder natural. En situaciones cotidians, hay personas que saben poner la sal y la pimienta al momento más sencillo y otras apagan cualquier llama. Sencillamente algunas personas nos resultan más interesantes. Y todos nos divertimos de formas diferentes, ¿verdad?

Hay personas, mejor dicho, actitudes, que aburren a las ovejas. Te cuento, por si alguna te resuena… resulta que no hay un gen que nos haga aburridos. Se trata de la actitud. La buena noticia es que está en nuestras manos no ser esa persona tediosa que da la chapa -no se trata solo de personas que siempre cuenten penas, hay personas que cuentan chistes y consiguen el mismo efecto-. Por lo visto hay que ser especialmente gracioso, para resultar interesante a tu interlocutor. La cuestión está más en las cosas que podemos evitar. Por lo visto, es importante lo que se dice, pero aún más cómo se dice.

Si hay algo peor que una persona aburrida es una persona aburrida que trata de no serlo, sin éxito. Ser gracioso o agradable para impresionar a otras personas, y que las personas noten que es una actitud impostada, resulta evidentemente aburrido pero, además, puede ser irritante. Es importante recordar que no todas las persona son tu psicologo ni tu coach ni tu mejor amigo 😉 , incluso tu mejor amiga, no tiene porque estar en disposicion de aguantar la chapa 24/7 ?

Según la RAE, el tedio es un “aburrimiento extremo o estado de ánimo del que soporta algo o a alguien que no le interesa”. Para estos investigadores es algo más específico: “hablar lento, haciendo grandes pauses antes de responder, tardar mucho en dar tu punto de vista y hacer que las conversaciones sean un rollo”.

Según parece, la clave está en evitar hacer, más que en hacer:

– El Egocentrismo negativista. La queja como ejercicio catártico, sí. La queja como estilo de vida, no, por favor. Gracias.

– La Banalidad en estado puro. Hablar de cosas banales, entretenidas y facilitadoras del momento, sí. Hacblar de cosas banales, de la capa más superficial de la vida, siempre, no. Por lo visto, cuando nos hacemos mayores -todos- perdemos cierta perspectiva y nos situamos cómodamente en lo que nos resulta interesante. Asi, corremos el riesgo de no tener en cuenta que eso no tiene que ser interesante para el resto del mundo…

– Más de verdad, por favor. Mantenerse distante, mostrar poco interés profundo, hablar de forma monótona, no establecer contacto visual y ser poco expresivo, nos dibuja como personas poco empáticas y, por lo visto, eso es poco interesante. Así que ¡más empatizar, pero de verdad!

– La Autopreocupación. Todos tenemos preocupaci0nes o asuntos que podrían ir mejor, pero si estás siempre excesivamente autopreocupado, ¡disimula! Sí! ¡Disimula!, aprende a mostrar interés por preocupaciones ajenas. Si no, corres el riesgo de aburrir al mas entregado. Recuerda, las personas narcisistas pueden resultar muy seductoras, siempre que sepan disimular y mostrar también interés por las otras personas… así que, líbrate del prefijo «pre»!

– Ah! El Overacting. Todas las personas tenemos una especie de «personaje» social que nos acompaña. No hace falta sobre actuarse. Una persona que pretende ser #todoelrato la persona más alegre del lugar es tan poco creible, como la que siempre está apagada por su victimismo.

Y por experiencia propia: ¡Des-Aprénde-te! Re-Aprende a gestionar tus emociones, re-aprende a mostrar-te y a disimular-te. Aprende a distinguir cuándo y con quién. Y re-aprende a divertir-te y a pasarlo bien, que son cosas diferentes ❤️

En un estudio de los años ochenta, el doctor Mark Leary, profesor de psicología y neurociencia de la Duke University, investigó qué cosas nos aburren cuando escuchamos a alguien. Una de sus principales conclusiones es que importa tanto el fondo como la forma: «cuenta lo que se dice, pero también cómo se dice»