Mi viaje a través de la pérdida del olfato

Recuperando el sentido perdido… y otras cosas.

Tras experimentar dos episodios de COVID en pocas semanas, me enfrenté a una experiencia que trascendió más allá de las secuelas físicas comunes. Durante algo más de cinco meses, perdí por completo mi sentido del olfato. Este período resultó muy silencioso,  fue mucho más que la simple ausencia de un sentido; se convirtió en un profundo desafío para mi confianza, mi instinto y mi conexión intuitiva con el mundo que me rodea.

El olfato, a menudo olvidado, resulta que está estrechamente vinculado con la orientación y la intuición. Para mí, es uno de los sentidos más confiables, asociado directamente con la confianza en una misma y en los demás. Perder esta capacidad sensorial ha sido desconcertante.

La evidencia cristalizó cuando me di cuenta de que algo tan fundamental como reconocer un aroma familiar se había desvanecido… La rehabilitación olfativa se convirtió en mi camino lento y silencioso. Semanas de exposición a olores conocidos, cerrando los ojos y recordando intensamente cada fragancia, fueron parte crucial de este proceso. Le decía a mi mente, esa parte misteriosa que maneja el olfato, que estos olores son parte de mí, animándolo a recordarlos y sentirlos.

En su afán de ser altamente eficiente, el bulbo olfatorio, la parte del cerebro dedicada al olfato, al no ser utilizada durante meses, empieza a considerar que ya no es necesaria. Esta adaptación del cerebro a la falta de estímulo olfativo dificultó aún más mi recuperación. Pero con paciencia y persistencia, finalmente he empezado a recuperar el mapa de la memoria olfativa.

Sin olfato, puede llegar depresión y ansiedad

Para algunas personas, la pérdida prolongada del olfato puede llevar a consecuencias más graves, como depresión y ansiedad. Desde una perspectiva neurocientífica, esta conexión se explica por cómo los sentidos influyen en nuestro estado emocional y mental. La falta de estímulo olfativo puede desencadenar respuestas neuroquímicas que afectan nuestro bienestar emocional.

Para, huele, medita, date cuenta y confía

Eso ha sido clave… Y la paciencia, por supuesto. Durante este proceso, la meditación y el darme cuenta, han sido mis aliados más poderosos. Incluso unos pocos minutos diarios de conexión profunda con mi ser interior me han ayudado a recuperar la confianza y el equilibrio emocional. La meditación nos permite volver al centro, a la esencia misma de la confianza en nosotros mismos y en el mundo que nos rodea.

Este viaje a través de la pérdida del olfato ha sido más que una rehabilitación física; ha sido un aprendizaje profundo sobre la importancia de la conexión sensorial, la adaptabilidad del cerebro y la fortaleza de la mente consciente. En el camino hacia la recuperación, he aprendido a valorar cada sentido como un regalo preciado y a cultivar la confianza en la capacidad innata de mi cuerpo para sanar y renovarse.

Este artículo no solo comparte mi experiencia personal, sino que también destaca la importancia de la conciencia sensorial y la meditación como herramientas poderosas para enfrentar los desafíos físicos y emocionales de la vida.

Gracias 🙂