Lo reconozco: mi plan no ha funcionado!

«¡Reconoce que tu plan no ha funcionado y necesitas ayuda. Eso es humildad!»

Así arrancaba el otro día una discusión muy cerca de mí. Ha pasado por tantas sábanas la palabra en cuestión, que ya no sabe dónde ha dormido… «Humildad. Virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento«. Dejar de lado las ideas propias, sin apego. Saber desligarse de las creencias y confiar. Confiar que, si no ha funcionado, no passsa nada. Solo hay que probar otras formas.

El archivo de la memoria me regala un recuerdo, una lectura de adolescencia: Cervantes escribió que la humildad es la base y fundamento de todas virtudes, y que sin ella no hay alguna que lo sea. Pensando en esa actitud. Pensando que la naturaleza, de nuevo, es la respuesta. Estar dispuesto a cambiar las ideas de uno mismo, en base a la evidencia -fundamental es, para reconocer dicha evidencia, la humildad-.

Una actitud humilde, significa terminar lo que uno empieza. Persistir con dedicación en una actividad aunque crezcan paredes de fuego. Conceptos generosos como entusiasmo, convicción y pasión. Ingredientes que conviven con las ganas de sentirse vivo y activo. Ofrecer apoyo a los que lo necesitan, pero también pedir ayuda sin miedo a sentirse menos válido. Mostrarse cercano y accesible. Sin miedo a ser visto como frágil o vulnerable. Saber agradecer a la vida todas las vivencias. Y reconocerse en la vanidad, con humildad.

Y atreverse a permitir que alguien abra esa ventana y te diga a gritos: «¡Reconoce que tu plan no ha funcionado y necesitas ayuda. Eso es humildad!»

 

Y ya sabes lo que suelo decir: sometimes you win, sometimes you learn! Hace rato dejé de ordenar los libros aprendidos… estoy en lo de abrir ventanas… ¿y tú?

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