La resiliencia convertida en arte

¡Bienvenidos a la Sociedad de lo Efímero! Un lugar donde no es necesario esforzarse en cuidar las cosas… porque te está esperando otro «lo que sea» nuevo, a la vuelta de la esquina! Porque quizá mañana se acaba el mundo, y «lo nuestro» no dura más allá de un amanecer! Ni los embalajes de nuestros alimentos, ni los electrodomésticos, más allá de la obsolescencia programada. Ni los contenidos en redes, porque saldrá otro post mañana… no passsa nada si se rompe un plato, porque es demasiado divertido ir a Ikea a comprar una docena de platos nuevos, hoy mismo; ni los amores y amistades, porque es demasiado fácil sustituirlos logueando en cualquiera de las apps gratuitas concebidas a tal efecto: fomentar la vida en la superficie de la vida. Y el peaje de todo esto, en lo profundo del ser humano, está todavía por comprobar: por ahora, la promiscuidad -emocional y sexual-  y consolidar la creencia que las relaciones sobreviven en esa capa invisible de glitter & shinny que son las «first dates». Es cierto: es más fácil y mucho más divertido, empezar a contar tu historia a una persona nueva, desplegando tus plumas de colores con una «estrategia de marketing natural», para seducir a la nueva persona. ¡Eso puede hacerlo cualquiera! Pero solo está reservado a los Valientes el decidir cuidar las relaciones, las cosas y personas. Eso lleva tiempo, entrega y dedicación pero, sobre todo, voluntad, humildad y agradecimiento. Y eso es algo a lo que no todo el mundo está dispuesto.

Nota: No me preocupa si lees esto y me tachas de carca, retro, pureta o lo que sea… Juzgar, pre-juzgar es algo que también está proliferando, es gratis, resulta demasiado fácil y se alimenta como un virus.

Cuando visité Japón, me emocionó ver cómo los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la zona dañada rellenando las grietas con oro, convirtiendo en Arte un objeto que, probablemente, en nuestra casa acabaría en la basura sin pensarlo… Pero ellos no lo tiran, es más, lo reparan y creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso y más valioso. Yo he tenido algo viejo, mi Abuela y, con el paso del tiempo, cada vez me gusta más!

El arte tradicional japonés de la reparación de la cerámica rota con polvo de oro, se llama Kintsugi. El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún más fuerte que la original. En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas, éstos se acentúan y celebran, ya que ahora se han convertido en la parte más fuerte de la pieza. El kintsugi añade un nuevo nivel de complejidad estética a las piezas reparadas y hace que antiguas vasijas pegadas sean aún más valoradas que las que nunca se han roto.

Pero pensando en lo humano, en las personas y las relaciones que, igual que los objetos, estamos expuestos al paso del tiempo, a roces, golpes, grietas y heridas. Estas personas que amamos y que, a veces, lastimamos o nos lastiman… ¡Qué importante aprender de la voluntad de ser parte de la recuperación de circunstancias difíciles! Qué importante entender que los vínculos lastimados y el corazón maltrecho, pueden repararse con los hilos dorados del amor y volverse más fuertes. Resilencia colectiva para individuos que sigan proyectando hacia un futuro saludable.

Gracias.

Por cierto, la foto es de Emiliano Beltrani y menkanta!